Discúlpame
Compartimos la habitación en la residencia desde que comenzamos la universidad, y aunque ya vamos a graduarnos y nos conocemos bien, ella sigue molestándose cuando le tomo prestado algún vestido sin decirle nada. Lo que pasa es que cuando ella lo necesita no lo consigue. Claro, por alguna extraña razón el vestido termina en mi parte del armario, aunque yo siempre lo pongo en el suyo.
Ella se pone furiosa, pero tengo la impresión de que lo hace para que yo le tenga que pedir disculpas, y ella sabe bien que yo tengo que compensarle el mal rato de alguna manera.
Yo la entiendo, porque sé que las cosas que le hago la vuelven loca.
Comienzo mostrándole mi cuerpo desnudo recién levantadito de la cama, y ella se pone toda suavecita, junta sus pechos a los míos y nos damos un beso.
Luego me pide que si puede ponerse como cachorrita, y eso quiere decir mostrándome su coñito humedecido desde atrás, para que yo le separe las nalgas de ese culo divino que tiene, y se la lama como una perrita en celo.
Como dicen por ahí, lo rico de las peleas, son las reconciliaciones...